Según el Tratado de Versalles, la Armada alemana estaba limitada a buques con un desplazamiento de no más de 10.000 toneladas; sin embargo, estas restricciones no se extendían a la construcción de buques destinados a otros países. Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania se quedó con varios cientos de buques inacabados. Algunos de ellos fueron terminados y vendidos en el extranjero. Suecia, impulsada por su objetivo de reforzar sus fuerzas navales, podría explorar la posibilidad de adquirir y completar un acorazado alemán.