El Béarn fue botado como un acorazado de la clase Normandie, pero a diferencia de sus buques gemelos, contaba con una unidad de propulsión de turbina en lugar de una mixta. Tras la Conferencia Naval de Washington, el buque fue reconstruido como portaaviones. A finales de la década de 1930, se decidió reequipar el Béarn como base para hidroaviones, manteniendo al mismo tiempo la posibilidad de albergar aviones con ruedas; sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial dificultó estos planes. Durante la guerra, el Béarn transportó aviones, oro, tropas y equipamiento.